1 de mayo de 2008

Maldito triángulo




Maldito triángulo…
Fue lo único que le pude arrancar. Maldito encendedor, ya no estás frío.

El olor de los autobuses viejos es embriagador, aunque el conductor después de que le haga ese comentario decida gruñir y cagarse en todo porque nunca haya dinero para comprar autobuses nuevos.

Pude pasar 78 veces mi dedo índice por encima de ese triángulo blanco hasta llegar a mi parada. Lo cierto es que fueron más, porque me puse a contar más tarde. Da igual. No es la lámpara maravillosa. Él no va a crecer entre las llamas, no va a salir del olor de la gasolina, no va a hablarme cuando suene el “click”.

Me bajo del bus.
-Adiós, Andrzej. –y enciendo su cigarro.
-Oye, vaya Zippo.
-Lo encontré. Por casualidad.
-¡Casualidades como las tuyas también las quiero yo ! –y con su carcajada final nos despedimos. Hasta el lunes, claro. « No te las recomiendo. El tipo que me llevo encontrando por casualidad resulta ser bastante imbécil »

Y claro, no he caído en la cuenta. Con lo … lo ¿extraño ? que es este tío…
-¡Darla !
-¡Hola, mamá !
Lo que sé que es capaz de hacer… Si se entera de que le he quitado esto…
-¡Darla! ¿A que no sabes quién ha muerto?

“…Me mata…”

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