15 de marzo de 2008

El cuarto oscuro


-¿Dónde estoy? - pregunté al rato de despertar, habiendo comprobado lo inútil que era ver en la oscuridad.

-Estás a salvo.

Una voz, conciliadora, balsámica... y oscura. Podía creer en esa voz, aún con ese deje sibilino que había reverberado unos instantes más en mis oídos. Dejé, por tanto, escapar un suspiro tras mi intenso análisis sobre tres míseras palabras pronunciadas.

A continuación surgió la risa. Invadió todo el espacio (que yo desconocía) y también mi cuerpo. Duró poco más que la respuesta de antes, suficiente para mi meticuloso estudio. Maldita risa... Llegué a la conclusión de que se estaba riendo de mí.

En ningún momento pude ver a quién pertenecía esa voz, pero sé que me estaba mirando. Yo sólo miraba al frente y así estuve bastante tiempo, hasta que me cansé. Mi entumecido cuello giraba lentamente. Sentía que la voz estaba haciendo el mismo movimiento que yo, para hacer coincidir nuestras miradas. ¡Qué absurdo!, ahora que la vista se había convertido en un inútil detector de estímulos.

Pero ahí estaban. En el aire flotaban dos minúsculos destellos, de ninguna forma perceptibles para quienes no han estado tanto tiempo en absoluta oscuridad.
Me estaba mirndo, y sentía que aquellos puntitos de luz apuntaban directamente a mis ojos.

4 de marzo de 2008

Los gatos en sus oidos

"Vago por los confines del espacio.
Me llaman el Capitán Harlock
Mientras me quede un hálito de vida,
viviré libre en este mar sin futuro bajo mi propia bandera,
la bandera de la calavera..."





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